Esas pequeñas marquitas...
Todas las joyas están obligadas, por Ley, a llevar las marcas de contraste que identifiquen:
- el autor de la joya
- la Ley del metal precioso en que está realizada
- y la de un laboratorio homologado que verifica y certifica estos dos aspectos.
Este proceso da garantías al consumidor que compra una joya sobre su procedencia y autenticidad.
Paralelamente, de esta manera, garantiza la continuidad de un oficio, evitando la falta de profesionalidad y el pirateo que, en los oficios como el nuestro, significa competencia desleal y, la mayoría de las veces, perjuicios también para el consumidor.
En el proceso de compra de una joya, la primera garantía siempre la da el profesional al frente del establecimiento de confianza, donde el cliente final toma contacto con la pieza elegida.
La segunda es la del profesional o el taller que ha realizado la joya y que, mediante su punzón de fabricante (que para ser legal deberá estar registrado como patente y marca) con el que identifica la autoría de cada una de las piezas que elabora en su taller.
En Ardentia siempre hemos tenido un fuerte compromiso con todos aquellos aspectos que garanticen la atención al cliente y su seguridad, desde el mismo momento en que las joyas salen de nuestro taller.
Para ello, toda nuestra producción es sometida a los controles de un laboratorio oficial que certifica y contrasta nuestras piezas, aportando a todos nuestros clientes la seguridad de que nuestras joyas están elaboradas totalmente en nuestro taller y que han sido sometidas a un control externo que certifica autoría y calidad de la plata utilizada, en nuestro caso 925 (cuya denominación es plata de Ley 925).
Aprovechamos para recordaros que detrás de una joya Ardentia siempre hay al menos una persona que ha puesto su tiempo y su oficio para materializar esa primera idea, convirtiéndola en un objeto de adorno personal que siempre va a hablar de la persona que finalmente la luzca.